Paradiso
Ella,
azotada por el viento en la ventana, contemplaba la vida moviéndose de un lado para otro: colegios, prisas, niños y semáforos… El reloj no se paró para nadie, pensó, salvo para mí, y nadie parecía enterarse. Se reflejó en las nubes claras y grises que no sirven ni para llover, y añoró el sol que tanto compartió…
Fue cuando supo que él no volvería,
y que las flores ya se habían perdido.
Ella,
suspendiendo el quehacer de sus pulmones por momentos, revivió una y otra vez el argumento más reciente de su vida, repasó la carpeta de las fotos de memoria, tantos lugares que pasaban a estar prohibidos, y tantas noches que se harían crueles…
Fue cuando supo que él no volvería,
y que las flores ya se habían perdido.
Ella,
que entendía el frío del invierno como nadie, recordó el calor reverdecido en la mañana, y afinando el oído percibió el sonido de un violín que salía de un televisor cercano, un violín que decía tantas, tantas cosas... Imaginó aquel viejo cine, el cine del paraíso… Y se sintió niña como otras veces, comprendió que todo lo vivido estaba bien vivido, y transformó sus lágrimas en gotas transparentes de fresco amanecer…
Fue cuando supo que él no volvería,
y que las flores resucitarían en la nueva primavera.