02 noviembre 2006

Colores

El amarillo me hizo cantar en la fragancia nuevamente para derramar las estructuras del desorden, para gritar que los silencios son más útiles que las desgracias.

El azul pensó que era un sueño demoledor el que pretendía resucitarme, y que era innegable tanto querer que no quería, tanta sabiduría embadurnada de hipocresía, y se decidió a corromperme.

El rojo destapó las energías reveladas de mi ser más entrañable, amasado en el placer apasionante, calentado en el fragor de un mundo enorme oculto a las miradas.

El negro imaginó que el poder era un gobierno, y que los hombres eran necios ante el sol, que su triunfo era aquella obra que se eleva y se va acercando a los cielos que no existen.

El blanco respondió que todo lo que existe es porque existe, que los brillos son eternos en aquellos que perciben la quietud de una mirada, y que todo lo que basa su gloria en las alturas termina precisando los sabores de la ciénaga.

Finalmente, el verde decidió que era el momento, que todo aquello que fue acontecido no sirvió salvo para saber que el camino sigue hacia adelante en un torbellino de colores que inunda una vida, mi vida, de arco iris.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

me has dado una idea. bonito texto. es muy visible. un beso

Anónimo dijo...

Está poco currado aún, espero tener tiempo para ir mejorándolo poco a poco...
http://lagaleriaescondida.blogspot.com

Fran Quintana dijo...

Enhorabuena, Cristina, por tu iniciativa. Qué bien que publiques tus obras, las seguiremos fielmente.

Panflín dijo...

Son muy tentadores ese azul y ese negro; quizá por eso es por lo que probablemente todos nos pintamos de vez en cuando en esas tonalidades, aunque sólo unos pocos nos damos cuenta, y sólo en algunas de las ocasiones.

Una vida de arcoiris, removido en torbellino, me recuerda a las peonzas de colores y sus espirales que al girar te hacen ver que te hundes dentro de ellas o te explusan infinitamente.

Quizá la vida a veces se nos muestra así: como un embudo que te aspira o te expulsa. La única manera de no balancearse sin control es aprendiendo a mantener en equilibrio sobre el borde del embudo... ¡saber vivir al límite!

Anónimo dijo...

Aire.
Anhelo aire puro, fresco, frío.

Aire que invite al desnudo,
al mar, a la tierra,
a cerrar los ojos
y empujar inquietudes.

Aire que amanezca cambios,
cierre angustias
y abra ventanas al lado de la luna
y de la calle,
de la lluvia y los árboles.

Aire que sujete el tiempo,
que detenga un momento,
el necesario, el justo
para ser, para estar,
para sentir el aire puro,
fresco,
que huele a catedral, a gaviota,
a óleo, a Durius, a…novedad.

Fran Quintana dijo...

Panflin, a veces nos pintamos de colores, pero a veces son los colores los que nos pintan a nosotros.

No todo el mundo puede saber vivir al límite del torbellino, pero la vocación es esa, estoy contigo.

Eso sí, para ser feliz sería tan bueno que toda persona supiera reconocer sus colores y los de los demás... Entonces solo haría falta tener un poco, un poquito de arte nada más para pintar un óleo fantástico, solidario y universal!

Fran Quintana dijo...

Zunaira, ¡gracias por tu regalo! Ayer por la tarde respiré el primer aire del invierno, y lo identifiqué con el que anhelas...

Bienvenida a esta isla, tu "soplo fresco" se recibe con una sonrisa y brazos abiertos. ¿Se te puede leer en algún sitio?

jaselegna dijo...

Fran he llegado a tu blog gracias al de tu hermano y me ha encantado, sobre todo "Colores". Me gusta tu forma de ver las cosas y la vida a través del color. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que a veces son los colores los que nos pintan a nosotros.

Soy una enamorada del amarillo y me gusta el color en mi vida, así que cada día más trato de vivirla al límite de ese torbellino que mencionais. Ojalá todos lo consigamos

Animo y enhorabuena por vuestras letras y pensamientos.

Fran Quintana dijo...

Muchas gracias, jaselegna, que no nos falten nunca los colores, todos ellos.

Y gracias por pasarte por la Isla, espero que sigamos compartiendo cosas por aquí.